Niebla


Me escondo
en la inestimable tendencia
a besar la niebla cuando el día saborea
un sol primaveral.

Siempre tuve un cariño preparado
para cuando llegara la tristeza
pero ahora
que la siento correr por mis venas,
ahora que me mira de soslayo
cuando sonrío,
siento que el llanto es demasiado frío
y la certeza demasiado afilada
para acariciarla.

Te llevaste el tiempo
-el tuyo, el mío, el nuestro-
y encerraste en tus manos lo único bueno que supe decir.
Ahora siento un silencio 
que desgarra el recuerdo
donde fui a vivir.

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